Teatro selecto, tomo 3 de 4


[p. i]
TEATRO SELECTO
DE
CALDERÓN DE LA BARCA.
[p. ii]
ESTABLECIMIENTO TIPOGRÁFICO «SUCESORES DE RIVADENEYRA»,
Paseo de San Vicente, 20.
[p. iii]
TEATRO SELECTO
DE
CALDERÓN DE LA BARCA
PRECEDIDO DE UN ESTUDIO CRÍTICO
DE
D. MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO
TOMO III
COMEDIAS DE CAPA Y ESPADA
CASA CON DOS PUERTAS MALA ES DE GUARDAR.
LA DAMA DUENDE.
NO HAY BURLAS CON EL AMOR.
MAÑANAS DE ABRIL Y MAYO.
MADRID
LIBRERÍA DE LA VIUDA DE HERNANDO Y C.ª
CALLE DEL ARENAL, NÚM. 11
1887
[p. 1]
CASA CON DOS PUERTAS
MALA ES DE GUARDAR.
[p. 2]
PERSONAS.
D. Félix, galan.
Lisardo, galan.
Fabio, viejo.
Calabazas, lacayo.
Herrera, escudero.
Laura, dama.
Marcela, dama.
Silvia, criada.
Celia, criada.
Lelio, criado.
Criados.
La escena pasa en Ocaña.
[p. 3]
JORNADA PRIMERA.
Campo á la entrada de la villa.
ESCENA PRIMERA.
MARCELA y SILVIA, conmantos, como recelándose; detras LISARDO, CALABAZAS.
Marcela.
¿Vienen tras nosotras?
Silvia.
Sí.
Marcela.
Pues párate.—Caballeros,
Desde aquí habeis de volveros,
No habeis de pasar de aquí;
Porque si intentais así
Saber quién soy, intentais
Que no vuelva donde estais
Otra vez; y si esto no
Basta, volveos porque yo
Os suplico que os volvais.
Lisardo.
Difícilmente pudiera
Conseguir, señora, el sol
Que la flor del girasol
Su resplandor no siguiera:
Difícilmente quisiera
[p. 4]El norte, fija luz clara,
Que el iman no le mirara;
Y el iman difícilmente
Intentara que obediente
El acero le dejara.
Si sol es vuestro esplendor,
Girasol la dicha mia;
Si norte vuestra porfía,
Piedra iman es mi dolor;
Si es iman vuestro rigor,
Acero mi ardor severo;
Pues ¿cómo quedarme espero,
Cuando veo que se van
Mi sol, mi norte y mi iman,
Siendo flor, piedra y acero?
Marcela.
A esa flor hermosa y bella
Términos el dia concede,
Bien como á esa piedra puede
Concederlos una estrella:
Y pues él se ausenta y ella,
No culpeis la ausencia mia;
Decid á vuestra porfía,
Piedra, acero ó girasol,
Que es de noche para el sol,
Para la estrella de dia.
Y quedaos aquí, porqué
Si este secreto apurais,
Y á saber quién soy llegais.
Nunca á veros volveré
A aqueste sitio, que fué
Campaña de nuestro duelo;
Y puesto que mi desvelo
Me trae á veros aquí,
Crêd de mí que importa así.
[p.5]Lisardo.
De vuestro recato apelo,
Señora, á mi voluntad;
Y supuesto que sería
No seguiros cortesía,
Tambien será necedad.
Necio ó descortés, mirad
Cuál mayor defecto es;
Vereis que el de necio, pues
No se enmienda; y así, á precio
De no ser, señora, necio,
Tengo de ser descortés.
Seis auroras esta aurora
Hace que en este camino
Ciego el amor os previno,
Para ser mi salteadora:
Tantas há que á aquella hora
Os hallo á la luz primera,
Oculto sol de su esfera,
De su campo rebozada
Ninfa, deidad ignorada
De su hermosa primavera.
Vos me llamasteis, primero
Que á hablaros llegara yo;
Que no me atreviera, no,
Tan de paso y forastero.
Con estilo lisonjero,
Aspid ya de sus verdores,
No deidad de sus primores,
Desde entónces fuisteis; pues
Aspid, que no deidad, es
Quien da muerte entre las flores.
Dijísteisme que volviera
Otra mañana á este prado,
Y puntual mi cuidado
[p. 6]Me trajo como á mi esfera.
No adelanté la primera
Ocasion; porque bastante
No fué mi ruego constante
A que corriese la fe
(Que adora lo que no ve)
Ese velo de delante.
Viendo, pues, que siempre es nuevo
El riesgo, y el favor no,
Quiero á mí deberme yo
Lo que á vuestra luz no debo;
Y así á seguiros me atrevo,
Que hoy he de veros ó ver
Quién sois.
Marcela.
Hoy no puede ser,
Y así dejadme por hoy;
Que yo mi palabra os doy
De que muy presto saber
Podais mi casa, y entrar
A verme en ella.
Calab.
(A Silvia.)¿Y á ella,
Doncella de esa doncella
(La verdad en su lugar,
Que yo no quiero infernar
Mi alma), hay cosa que la obligue
A taparse?
Silvia.
Y si me sigue,
Tenga por muy cierto...
Calab.
¿Qué?
Silvia.
Que me persigue; porqué
Quien me sigue, me persigue.
Calab.
¡Ya sé el caso, vive Dios!
Silvia.
¿Qué va que no le declaras?
Calab.
Muy malditísimas caras
[p. 7]Debeis de tener las dos.
Silvia.
Mucho mejores que vos.
Calab.
Y está bien encarecido,
Porque yo soy un Cupido.
Silvia.
Cupido somos yo y tú.
Calab.
¿Cómo?
Silvia.
Yo el pido y tú el cu.
Calab.
No me está bien el partido.
Marcela.
(A Lisardo.) Esto os vuelvo á asegurar
Otra vez.
Lisardo.
Pues ¿qué fianza
Le dejais á mi esperanza
De las dos que he de lograr?
Marcela.
(Descúbrese.) La de dejarme mirar.
Lisardo.
Usar de esa alevosía,
Para turbar mi osadía,
Ha sido traicion, pues ya
Viéndôs, ¿cómo os dejará,
Quien sin veros os seguia?
Marcela.
Quedad, pues, de mí seguro
Que en breve tiempo sabreis
Mi casa, y entendereis
Cuánto serviros procuro.
Esto otra vez aseguro.
Lisardo.
Ya en seguiros soy de hielo.
Marcela.
Y yo sin algun recelo,
De que agradecida estoy,
Por esta calle me voy.
Lisardo.
Id con Dios.
Marcela.
Guárdeos el cielo.
(Vanse las dos.)
[p. 8]ESCENA II.
LISARDO, CALABAZAS.
Calab.
¡Linda tramoya, señor!
Sigámosla, hasta saber
Quién ha sido una mujer
Tan embustera.
Lisardo.
Es error,
Calabazas, si en rigor
Ella se recata así,
Seguirla.
Calab.
¿Eso dices?
Lisardo.
Sí.
Calab.
Vive Dios, que la siguiera
Yo, aunque hasta el infierno fuera.
Lisardo.
¿Qué me debe, necio, dí,
De haber cuatro dias hablado
Conmigo en este lugar,
Para darla yo un pesar,
De quien ella se ha guardado?
Calab.
Debe el haber madrugado
Estos dias.
Lisardo.
Ya que estamos
Solos, y que así quedamos,
Sobre lo que podrá ser
Tan recatada mujer,
Discurramos.
Calab.
Discurramos.
Díme tú, ¿qué has presumido,
De lo que has visto y notado?
Lisardo.
De estilo tan bien hablado,
[p. 9]De traje tan bien vestido,
Lo que he pensado y creido
Es, que esta debe de ser
Alguna noble mujer,
Que, donde no es conocida,
Disimulada y fingida
Gusta de hablar y de ver,
Y por forastero á mí
Para este efecto eligió.
Calab.
Mucho mejor pienso yo.
Lisardo.
Pues no te detengas, dí.
Calab.
Mujer que se viene así
A hablar con quien no la vea,
Donde ostentarse desea
Bachillera é importuna,
Que me maten si no es una
Muy discretísima fea,
Que por el pico ha querido
Pescarnos.
Lisardo.
¿Y si la hubiera
Visto yo, y un ángel fuera?
Calab.
¡Vive Dios, que me has cogido!
La Dama Duende habrá sido,
Que volver á vivir quiere.
Lisardo.
Aun bien, sea lo que fuere,
Que mañana se sabrá.
Calab.
¿Luego crees que vendrá
Mañana?
Lisardo.
Si no viniere,
Poco ó nada habrá perdido
La necia esperanza mia.
Calab.
El madrugar otro dia
¿Poca pérdida habrá sido?
Lisardo.
El negocio á que he venido
[p. 10]A madrugar me ha obligado;
No lo debo á este cuidado.
(Vanse.)
Sala en casa de Don Félix.
ESCENA III.
LISARDO, CALABAZAS; y luego DON FÉLIX,HERRERA.
Calab.
Cerca de casa vivió,
Pues de vista se perdió
Cuando á casa hemos llegado.
Lisardo.
Y tarde debe de ser.
Calab.
Sí, pues vistiéndose sale
Quien á los dos nos mantiene,
Sin ser los dos justas reales.
(Salen Don Félix y Herrera.)
Lisardo.
Don Félix, bésôs las manos.
D. Félix.
El cielo, Lisardo, os guarde.
Lisardo.
¿Tan de mañana vestido?
D. Félix.
Un cuidado, que me trae
Desvelado, no permite
Que sosiegue ni descanse.
Pero vos, que os admirais
De que á esta hora me levante,
¿No me dijisteis anoche
Que á dar unos memoriales
Habiais de ir á Aranjuez?
¿Pues cómo á Ocaña os tornasteis
Desde el camino?
Lisardo.
Si bien
Me acuerdo, regla es del arte
Que la pregunta y respuesta
[p. 11]Siempre un mismo caso guarden;
Y puesto que á mi pregunta
Fué la respuesta más fácil
Un cuidado, de la vuestra
Otro cuidado me saque,
Que es quien á Ocaña me vuelve.
D. Félix.
¿Apénas ayer llegasteis,
Y hoy teneis cuidado?
Lisardo.
Sí.
D. Félix.
Pues por obligaros ántes
Que me obligueis á decirle,
Este es el mio: escuchadme.
Calab.
En tanto que ellos se pegan
Dos grandísimos romances
¿Tendreis, Herrera, algo que
Se atreva á desayunarme?
Herrer.
Vamos hácia mi aposento,
Calabazas; que al instante
Que hayais vos entrado en él,
No faltará algo fiambre.
(Vanse.)
ESCENA IV.
DON FÉLIX, LISARDO.
D. Félix.
Bien os acordais de aquellas
Felicísimas edades
Nuestras, cuando los dos fuimos
En Salamanca estudiantes.
Bien os acordais tambien
Del libre, el glorioso ultraje
Con que de Vénus y Amor
Traté las vanas deidades,
[p. 12]De su hermosura y sus flechas
Tan á su pesar triunfante,
Que de rayos y de plumas
Coroné mis libertades.
¡Oh nunca hubieran, Lisardo,
Luchado tan desiguales
Fuerzas, porque nunca hubieran
Podido los dos vengarse,
O hubiera sido su golpe,
Puesto que á todos alcance,
Por costumbre solamente,
Flecha disparada al aire,
Y no por venganza flecha
Bañada en venenos tales,
Que salió del arco pluma,
Corrió por el viento ave,
Llegó rayo al corazon,
Donde se alimenta áspid!
La primer vez que sentí
Este golpe penetrante,
Que sabe herir sin matar
(Y áun esto es lo más que sabe),
En la juventud del año,
Una tarde fué agradable
Del abril; pero mal dije,
Al alba fué. No os espante
Ser por la tarde y al alba;
Que con prestados celajes,
Si bien me acuerdo, aquel dia
Amaneció por la tarde.
Este, pues, como otros muchos,
Por divertirme y holgarme
Salí á caza, y empeñado
Llegué de un lance á otro lance
[p. 13]Al real sitio de Aranjuez,
Que, como poco distante
Está de Ocaña, él